19.8.10

Mil soles espléndidos


Por Susana Martín Gijón.

Hacía tiempo que no lloraba así con un libro. Es conmovedor. Y es muy duro. Pero sobre todo, es algo que está pasando.
Una aproximación cercana a la realidad de Afganistán en los últimos cuarenta años. Un país devastado. Un pueblo que ha sufrido lo inimaginable, pero que se sobrepone una y otra vez para salir adelante.
Guerras, crueldad, injusticia, pobreza extrema. Un poco de luz al fondo, y al poco, vuelta a empezar.
Resistir parece ser, como dice un personaje de la novela, la única cualidad necesaria. Sobre todo si naces mujer. Sobre todo, si naces mujer.

Siento impotencia, frustración, al recordar que estas cosas han pasado, están pasando de verdad, a personas de carne y hueso. No tan lejos de mí, no tan lejos de nosotros. Hace treinta años, en este preciso momento, y, si no hacemos algo, también en el futuro. Y eso me parece tan intolerable, tan difícil de aceptar.

La humillación, el desprecio, el dominio absoluto, el maltrato constante, sistemático, la condición de inferioridad de la mujer llevada al más mísero, salvaje, inhumano extremo, todo ello con el sistema de la mano, y también con una gran parte de la población, por miedo, o por una convicción alcanzada a través del aprendizaje social, a través de la educación, si es que a eso se le puede llamar educación.

Lo que se vive en Afganistán, y en demasiadas zonas del mundo, ayer, hoy, desgraciadamente mañana también, no es desigualdad, es algo tan brutal, tan inconcebible que traspasa las fronteras de ese concepto. El burka, tan degradante, tan opresor, tan limitador de los derechos más fundamentales, es una expresión más, que queda minimizada con otras realidades, aún más duras, del día a día de esas mujeres valientes, y resistentes. Sobre todo resistentes. Y que siguen siendo, a pesar de todo ello, el verdadero motor de su pueblo.

Recomiendo leer a Khaled Hosseini para entender, de una forma muy comprensible, muy pedagógica, algo mejor todo lo que sucede en el marco de esa realidad, de esas creencias, de esa ideología amparada en aplicaciones estrictas de la religión y de las normas impuestas en base a ésta.

Y además, lo recomiendo, porque tras tanto sufrimiento, tanto dolor, ha sabido contarnos una historia que nos traslada lo que llevan esas mujeres en el corazón. Bondad. Amor. Solidaridad. Compañerismo. Y, sobre todo, amistad. Una amistad tan fuerte que supera todas las barreras, que se sobrepone a la censura, al dolor, a la vida y a la muerte, y que se alía para dar cabida a la esperanza.

Este libro viene bien para mirar de frente, para no tender a ignorar algo que nos resulta demasiado difícil de aceptar, de reconocer, que sea real, que esté en el presente.
Pero, si no hacemos el esfuerzo, si seguimos mirando sin ver, si no lo comprendemos y reconocemos, entonces, cómo vamos a cambiarlo?
Hasta cuándo? Duele pensarlo. Pero nos queda esa esperanza que Khaled nos brinda, y, sobre todo, nos queda alzar la voz, condenar, hacer cuanto esté en nuestra mano, para que esto acabe.

Claro que podemos. Vamos a poner el corazón en ello. Vamos a GRITAR hasta donde llegue nuestra voz. Sin desfallecer nunca. Como estas mujeres. Por ellas.