Hoy me emocioné. Para hacerme la fuerte, lo achacaré, al menos un poco, al agotamiento, pues cuando duermes muy poco y arrastras cansancio, sueles estar especialmente sensible o vulnerable.
El motivo, amén de esta pequeña excusa, fue la lectura de un proyecto que llegó a mis manos, que rondaba ya desde hace algún tiempo por el Instituto de la Juventud. Un proyecto de un grupo de jóvenes extremeños para una campaña de sensibilización sobre las injusticias que viven día a día las personas de los llamados países del Sur. Me llena de esperanza encontrar a gente que cree firmemente en estas cosas, que deja todas sus historias a un lado y se pone a trabajar para conquistar ese otro mundo posible, pensando no en sus problemas, sino en los de aquellos que sí los tienen de verdad.
La oportunidad que se me brinda de respaldar a gente así, de que pueda influir en hacer que esos proyectos vayan hacia adelante, y de mantener los sueños de estos jóvenes, me llena tanto, que todo el trabajo, las horas, las incomprensiones, toda la dedicación y los sinsabores que voy a encontrar a veces no me pesen, porque satisfacciones como ésta lo compensan con creces.
No hablaré aquí de otros temas, que también son prioritarios en el área que voy a desarrollar, eso lo dejo para otros espacios, esto es un blog de cooperación, y lo que sí puedo decir es que me voy a dejar la piel.
Así que, cuando algún anónimo que carece de la valentía suficiente para dar la cara al intentar ofenderme pone en duda que asuma mis ideales, yo le digo que siempre los he asumido, y siempre lo he puesto todo por ellos, pero es ahora cuando más oportunidad tengo para defenderlos, cuando más puedo incidir, y no lo voy a desperdiciar, podéis tenerlo claro. Si cada persona pone de su parte, si aprovecha todas las oportunidades que se le brinden para aportar, y si somos capaces de unirnos en esa lucha conjunta, podemos cambiar las cosas. Al menos es lo que yo sueño cada día. Y actúo en consecuencia.